Ya no me reconozco
Ya no me reconozco, le comenté al espejo. Asoma a mis ojos una lágrima mientras intento
dominar
la angustia y me disuelvo lentamente, viendo pasar
los días, sin reposo ni consuelo. Exhausta, comprendo
que no puedo ser el lazo que aúne mi entorno, el dolor
no lo permite.
¿Cómo extirpar la zozobra del alma? La
desmoralización se impone sobre la esperanza, quiero gritar pero
el alarido doliente queda apresado en la garganta, arrasando
a su paso, dejando una estela de frío que
se instala en la mirada permanentemente.
No, no parece haber salida y la impotencia se
desliza mansamente hacia el interior de mi ser, se queda
dentro, como un efluvio gris, mortecino, oscuro y
sombrío, ocupando cada resquicio.
La canción triste de ese bolero olvidado tal vez me
ayude a abrir los portones del llanto.
Quiero que brote en silencio, a raudales, para
borrar esa pena y apagar para siempre el susurro que nace
cada noche y oprime mi corazón cansado.
La lucha se hace eterna y los sollozos contenidos me envenenan
lentamente.
No, ya no me reconozco.
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Araceli
García López – Palma, 25/02/2025
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