Tu refugio

 

 

 

 

 

Me llama, sin llamarme, con letras que sollozan brumas impidiéndole ver el camino.

 

Lo veo en sus ojos de niño – hombre en combate con la vida, atormentado por largos días de secretos y soledades.

 

Refúgiate en mi puerto, le dije. Mi barca es pequeña  pero el áncora firme… no se mueve ni vacila.

 

Que no te asuste el rugir de la tempestad. Mi mano te asirá con fuerza y calmaré tus miedos con caricias.

 

Y saldrá el sol para ti porque los errores dan sabiduría.

 

 

 

-          Araceli García -  Septiembre 2013 -