ME ALIMENTA LA ESPERANZA

 

Llegó, silenciosa y sibilina…

y casi me lo roba

 

¡Maldita mil veces!

 

 

Agazapada y vigilante,

suspendida en el destierro

esperó el momento

goteando saña

 

 

Atenazó su mente,

sustrayéndole el aliento.

Destructiva y sin piedad,

lo devoraba.

 

 

Logré arrebatárselo a la fuerza

Desprendiéndolo a tirones de sus fauces

pero dejó en él grabada su malvada huella

y a mí…  

                 bajo la tenaza del temor constante.

 

 

Hoy he vuelto a vestir el uniforme

oscuro del dolor y el miedo  

pero sé que no logrará destruir su fuerza

ni mi empeño

 

 

Quizás algún día acabe y entretanto

                           me alimenta la esperanza.

 

 

 

 

-          Araceli Mallorca – 17/07/2012