De nuestros versos desechados
Embozadas bajo mi piel guardo tus caricias cálidas.
Arrancas de mí el agridulce poso de mis entrañas; trémolo profundo,
fuego en mis labios, lluvia... en tu boca.
Enterrado en mí, consuelas y te entregas hasta el desenlace.
Me pierdo en tus tempestades. Pulso entresijos esotéricos y
caes de nuevo en el ardiente surco: no me quedo nada, tortura
exquisita, tan solo un latido... y esa niebla roja de mis sentidos.
En el aire se mecen
integridad y locura,
flotan, a la deriva, y yo,
las absorbo en el aire...
Sabor a clavo, exquisita especia picante. Tatuaje de pasión en el
borde de tu ombligo. Ahí, como hechizo, erguida y volátil, la
oscuridad me apadrina y vuelo, nihilista e innoble, corriente de
placer que tu mente exalta.
Oscilo entre el reclamo de un cuerpo ardiendo sin llamas y el
abatido temblor de tus ojos.
Hay una violencia obscena en el pulso de mi arteria cabal. Abismo
rijoso donde libas mi veneno.
Trashumante y difusa, comparsa de suspiros, me borro, para serte
húmeda envoltura.
Somos
fragmentos invertidos,
condescendientes con nuestra
exaltación, mística y feroz.
- Araceli García López- (Palma de Mallorca)